martes, 29 de enero de 2008

TRES ROSAS ROJAS

__Para hoy tendremos una máxima de 28 grados sobre la cuidad, con una mínima de…

La radio callo con un simple golpe sobre la parte superior.

Minerva, salio lentamente de la cama. Abrió la ventana para encontrarse con un radiante sol que en segundos inundo con su luz toda la habitación, sin dejar un centímetro de oscuridad. Camino los pocos pasos que la conducían al baño y lavo su cara con tanto cuidado, como si estuviese tocando porcelana o vidrio. Todavía con su camisón, se paro firmemente delante del placard con las puertas abiertas y pensó.

__ Veintiocho grados anunciaron en la radio…

Recogió una pollera verde, tan verde con el césped y una remera tan amarilla como el sol que iluminaba el ambiente.

Dos no, tres rosas iba a comprar. Si, tres rosas rojas para poner en el centro de la mesa del living.

Ató su pelo descuidadamente, tanto que parecía que no había sido peinado en días.

Agarro su bicicleta ya oxidada de tanto viajes, y así cerró la puerta de su departamento, para bajar esas dos escaleras que la separaban del calido día.

Otra vuelta de llave y comenzó a sentir el sol en su cara, como quemaba, como vivía.

En su cabeza sonaba música que solo ella oía. Sonidos hermosos que parecían le cantasen al oído.

Ella y su bicicleta por la cuidad, tan intrascendentes. Sus ojos color café lo veían tan diferente. Sus pies se deslizaban sobre los pedales de forma natural, como si hubiese nacido para eso. Avanzaba por las congestionadas calles como si el resto de los autos, colectivos y camiones no existieran.

Sentía como peladeando podría conquistar el mundo, llegar a la montaña más alta, sumergirse en el más profundo mar, y seguir sobre esas dos ruedas que la transportaban en ese momento por el asfalto de una forma tan mágica, como si levitara. Flotaba por la cuidad.

Y fue descendiendo hasta la calle otra vez, cuando pudo ver desde las alturas el puesto de flores sobre una esquina. Sin bajarse de su bicicleta, pidió tres radiante rosas rojas.

El vendedor las tomo del florero rápidamente, y las comenzó a envolver como si solo fuesen tres rosas dentro de un florero, una venta mas del día. ¿Es que acaso no vio a Minerva volando en su bicicleta? ¿Es que acaso no la vio deslizarse sobre esas dos ruedas en esa forma tan maravillosa?

Pero claro, ella no vio el descuido del florista. Ella solo esperaba las tres rosas rojas para volver a levantar vuelo.

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